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Guonderlan

Destinos rayueriles

Salgo a la vereda a jugar a la rayuela, y mientras dibujo con tiza azul mi futuro recorrido veo que los viejos árboles de la cuadra se llenaron de hojas nuevas.
Empiezo a jugar, pero mi piedra rueda lejos y mi rayuela se alarga. Ya no termina en el 10 o el Cielo, sino que baja por los adoquines.
Quiero saber adónde termina esto, y sigo y sigo saltando, buscando el final.
Llego a la puerta de una casa, que no es la tuya, pero vos estás ahí.
Me ves cansada por la rayuela, y me das limonada y buena musiquita, que siempre reconfortan.
Tus rulos sonríen y me doy cuenta que también estás lleno de hojas nuevas.
Me vuelvo al barrio silbando bajito y pensando que la realidad superó la ficción planteada por el MSN, y eso que no estaba nada mal.

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