Encontrado en un cuaderno de colores
Advertencia: si no le gustan las listas, no siga. Si puede con ella, trate de verla en imágenes sensoriales. si lo logra, comente
Olías a mar y a limpio.
Pero a algo más lejano que el mar también.
Olías a atardeceres de viento en la playa. A seres ya bañados y en busca de algo. Quizás de un puesto de canje de revistas, de esa nippur o intervalo que cortara la rutina.
Olías a acercarse al puerto a la hora de la cena.
A alegría de verano frío, de semana santa caliente.
A ropa de pucho. A cine de tarde. A ola rompiendo. A pies en la arena. A garrapiñadas en la calle.
A ducha en baño alquilado. A sexo silencioso, por los chicos.
A sombrilla pesada pero jamás perseguida.
A amanecer en las reuniones.
A peatonal, de la mano.
A capricho de hijo.
A malla nueva a fin de temporada.
Al viento en la cara. Al aire que se pega en la cara, al aire de sal.
A la gaviota inmóvil.
A miles de baldosas caminadas.
A la corbata abandonada.
A cadena como peso, condena. Pero también liberación, por el conocimiento.
Al amor como lo virtual y lo real.
Al abandono de todos los otros de mi vida.
A la vuelta a Palermo, o Villa Crespo. O Caballito.
Al recuerdo de la feria.
A los alfajores a la nonna
A la fantasía diluida por el presente tan tangible.
Al perdón de todos los pecados. Al dormir más placentero de tu vida.
A la cucharita reparadora
Al llanto que empaña los anteojos manoseados
A la última mentira de tu vida
Al abrazo verdadero que desarma
Al café con leche tan caro
A cada uno de tus granos
A cada pelo de tu pecho
A cada signo de tu almohada
A cada botón de tu camisa que en segundos voy a desprender
Al costurón rojo en el cuello
A la cana que asoma ahí, en tu sien. A cada una de las cientos de ellas que la rodearán un día.
Al pasado trágico y febril.
Al futuro, que da asco de belleza.
A la mesa llena de despojos.
Al alcohol en las venas de una amiga
A los rulos y dudas y de la otra
A los miedos que no quiero revisar
Al dinero que no tengo y he perdido
Al jefe tan odiado que no es. Al jefe, que es tan uno mismo que impresiona
A eso que no somos y queríamos
Al lugar que no fuimos pero está
A lo que existe más allá de la sonrisa
Al gesto involuntario de la foto
Al hombre que me espera y que no voy
A la Mansión inmóvil y mutable
A mis ropas usadas de sudor
Al sueño que me llega desde lejos
A la cucharita que no pudo ser aún
Al lápiz carcomido. A Carlitos
A la mentira hermosa de crecer
A cada uno de los que abrazabas esa noche
A la resignación de la amistad
A todos aquellos que ni imaginábamos
A ese que te pegó para salir
Al cuero de la cartera que no tengo
Al vestido de colores que perdí
A la versión hermosa de uno mismo
A cada peca de su cara
A cada mano que se dejó caer
A los zapatos que sobraban
A cada retazo de lo que ya no es
A cada capitán, a cada lobo
A cada bandoneón que se calló
A cada gorda hermosa que he besado
A cada temblor del pie en el escalón
A todo esto y quizás más cosas olías en el breve abrazo que te di.
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