El derecho y el revés de la trama
Mi mamá está tejiendo.
Ella no teje nunca, pero me dijeron que hace 9 años que no hay elecciones. El absurdo es comprensible.
Ahí, la radio de plástico turquesa con tocadisquitos simples. Con las pilas eveready grandotas que siempre se sulfatan.
Ahí, en el banco blanco que algún bisabuelo se robó de una plaza, mi mamá teje punto jersey.
Uno del derecho.
Uno del revés.
Juan está en el piso, jugando con algo que arrastra.
Hermanito tocatodo. Hermanito colorado. Cachetes, pecas, pelo...todo rojo.
Va y viene.
Derecho y revés.
Arranco hojas de la enamorada del muro que viene de la casa de Pironio.
Me siento en el borde de las baldosas amarillas y las destripo:les saco despacito la parte verde y ahí quedan, desnudas, las nervaduras. De un lado o del otro, las hojas son transparentes, fantasmales.
Mamá teje y papá no está. Está en las mesas.
No sé lo que eso, pero suena lo suficientemente importante como para que esa tarde sin escuela tampoco haya fútbol, ni carreras de autos al mediodía en la tele.
Y mamá teje.
Uno del derecho.
Uno del revés.
Estas semanas , papá que habla mucho y está poco en casa, también teje.
Titina me dijo que contar historias es como tejer: uno va agregando hilos, palabras y frases, y va transformando un ovillo en una tela, en una historia, en un cuento. Lo que estaba desordenado se transforma en un saquito, en una manta, en un abrigo.
Uno del derecho.
Uno del revés.
Mamá, que está escuchando la radio turquesa que suena mal, me quiere contar un poco que está pasando, pero se le enredan los hilos de la historia porque no puede tejer, cuidar a Juan y rezar por papá al mismo tiempo.
Me aburro.
En este momento, el cuento pierde un punto de la trama, y hay que retroceder, deshacer lo hecho, y seguir el hilo de nuevo.
Papá hace días que corre de un lado a otro.
Se junta con gente. Habla mucho. Está eléctrico y cansado. Pero no se lo ve triste.
Juan, que habla atravesado, canta la marchita y dice Vote Luder como si fuera lo único importante.
Mamá me dice que Alende se parece al abuelo Tito. Que Herminio no se qué. Que no sabe que va a pasar en el pueblo. Que espera que todo salga bien. Parece que habla de una operación a un pariente.
Habla sola.
Juan juega solo.
Uno al derecho.
Uno al revés.
Y este domingo, cuando ya queda poco sol, llega papá, casi corriendo.
Abraza a mamá y le dice:ganamos
Y mamá, sin soltar las agujas del todo, con los hilos enredándose en el piso, los ojos abiertos y la sonrisa llena, le dice: ¡Pero si iba ganando Alfonsín! ¿Y acá no ganaba Alvarez?
Y papá, un poco al derecho y un poco al revés, le contesta:
-No importa. Ganamos igual, negra. Ganamos todos-
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