No sé como se llama. La agarré empezada
Cuando todo parece ya dicho, entra en escena el otro actor. Y la trama se complica
Retorcida en sí misma, la historia nos envuelve, y aunque hayamos llegado tarde, nos enganchamos igual
La vida de los otros es así. Como esa película de tarde de zapping, como esa obra a la que llegamos ya empezado el segundo acto.
Entonces ese otro es un interlocutor que, cual relator de radionovela, nos cuenta un resumen de lo que viene pasando, para ponernos un poco al día y no andar con cara de pregunta todo el tiempo.
"cuando era chico jugaba en el arco, pero ahora soy un buen 5", " en mi cumple de 15 mi tía abuela me hizo un regalo horrible, pero no le dije nada.Pobre vieja...",
Y así todo.
Entramos a esa historia de vida ajena tratando de acostumbrar la vista, porque la cosa viene oscura. Sabemos, por el afiche que vimos en la entrada, que esa historia/persona tiene un lunar en la mano, que usa anteojos, que las zapatillas azules que usa están gastadas del lado de afuera y puede significar una leve chuequera, que sonrie para verse mejor...Pero es sólo el afiche, lo de afuera. Y está hecho para agradar, vender o sólo mostrar.
Ahora habrá que ver la película.
Ni el origami que te regaló para buscar una excusa y sentarse a tu mesa en el bar es algo consistente. Es como un preview ( o como le dicen en el pueblo:la colilla de le película): te da algo más, pero no dice mucho.
Sólo esa escucha, esa mirada con más detenimiento, te contará lo que te perdiste de su vida, desde su nacimiento hasta ese mismo instante. Pero serán palabras breves.
Nunca sabremos como eran las arrugas de la cara de su abuela, ni ese colchón que tanto se hundía en esa cama, ni como golpeaba el viento los postigos la noche de la tormenta que le dio tanto miedo.
Pinceladas, trazos, un esbozo de una vida comprimida en charlas que se acortan o alargan según la necesidad del tiempo de compañía.
Ahora mismo miro para atrás en mi película y veo cosas tan extrañas, que parecen que le pasaron a otra:
el viaje a Mar del Plata en tren, el mar en invierno a los 8 años, el arroyo ese de la posta de Yatasto, andar en bicicleta por La Plata con el pelo así de corto, cuando compramos la tela de las cortinas de la que era nuestra casa y al mes nos separamos, el beso del zaguán, la voz de las tías cantando bajo el níspero, la casa del árbol en el campo , la caminata desde saavedra hasta colegiales, la piel esa tan blanca dormida al lado mío...
Es todo el mismo guión, y sin embargo parece escrito por distintos autores.
Y cuando una, cinéfila y neófila, quiere ver películas nuevas, a veces no quiere saber como era que empezaba todo. Sólo quiere meterse en la historia desde lo hay, desde la incerteza. Adivinar el camino por el paso.
Ser una detective de la trama.
Descubrir lo que hubo desde lo que hay.
Pero enredarse en la trama de ese otro. Y tejer otro guión más con estos hilos.
0 comentarios