Un psicoanalista a la derecha
Hace rato que vengo soñando mucho con un amigo que vive lejos.
Anoche se me presentó en casa. O sea, soñé que venía a mi casa.
Mejor dicho, a la casa de mi mamá.
Entre otras cosas que tenía el sueño, como la aparición y consejos de mi abuelita que ya murió, y la sorpresa y susto de encontrar, de golpe, en el baño al que me dirigía a hacer mis ... cosas, a la madre de una amiga, que no veo hace mucho, llegaban muchos amigos y amigas de mi mamá. Y lo más loco era que todos se quedaban a dormir en casa.
Mi mamá le daba su cama a una pareja amiga, y yo le cedía ( bajo protesta) la mía, para que duerma ella y mucha gente más, que no terminaba de conocer.
A mí y a mi amigo nos quedaban un par de colchonetas horribles, una bolsa de dormir, almohadones con olor a humedad, y un par de mantas que yo encontraba en el quilombo de mi placard.
Nos íbamos al living, y ahí, en el piso, armábamos nuestro campamento grotesco. Yo tenía mucho sueño, pero él insistía en hablar de cosas que no recuerdo, pero me daban pudor. Por eso le daba la espalda, y me limitaba a escucharlo.
Ni le pregunté que hacía de vuelta por acá, ni siquiera le respondí lo que me decía. Me di vuelta en la cama y le di un largo y profundo beso. Así se callaba de una vez por todas y me dejaba dormir.
Y soñar
Anoche se me presentó en casa. O sea, soñé que venía a mi casa.
Mejor dicho, a la casa de mi mamá.
Entre otras cosas que tenía el sueño, como la aparición y consejos de mi abuelita que ya murió, y la sorpresa y susto de encontrar, de golpe, en el baño al que me dirigía a hacer mis ... cosas, a la madre de una amiga, que no veo hace mucho, llegaban muchos amigos y amigas de mi mamá. Y lo más loco era que todos se quedaban a dormir en casa.
Mi mamá le daba su cama a una pareja amiga, y yo le cedía ( bajo protesta) la mía, para que duerma ella y mucha gente más, que no terminaba de conocer.
A mí y a mi amigo nos quedaban un par de colchonetas horribles, una bolsa de dormir, almohadones con olor a humedad, y un par de mantas que yo encontraba en el quilombo de mi placard.
Nos íbamos al living, y ahí, en el piso, armábamos nuestro campamento grotesco. Yo tenía mucho sueño, pero él insistía en hablar de cosas que no recuerdo, pero me daban pudor. Por eso le daba la espalda, y me limitaba a escucharlo.
Ni le pregunté que hacía de vuelta por acá, ni siquiera le respondí lo que me decía. Me di vuelta en la cama y le di un largo y profundo beso. Así se callaba de una vez por todas y me dejaba dormir.
Y soñar
0 comentarios