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Guonderlan

Oniria, tierra de sueños

fer

 Fer en la puerta de mi  living, que no era  igual, pero  living  mio al fin ( la lámpara  con  perlas platadas  colgando  lo certificaba)

Y a pesar de su remera en la que  claramente  podía leer la palabra " Fausto", y  la cara del tigre que la adornaba, no sentía que le estuviera vendiendo el alma al  diablo ni mucho menos.

Era un rencuentro  necesario.

Fer era fer. Con todos  sus  olores, y  su risa de diente  torcido y labios finos. Con  su piel  tan blanca. Con  todos sus lunares en los rincones previsibles. Con  el tic de estirarse con la mano derecha la piel del dorso de su mano izquierda. Con  el marlboro siempre listo (aunque en la ultima época  ya fumaba philips morris)

Con todo  su pelo, largo, lacio, fino,  de ese color que  fue  rubio en la infancia y ahora no se sabe. Con cada una de sus arruguitas alrededor de los ojos, tan  verdes como siempre.

Y encima, con ganas de tomar  mate.

Charlábamos. De cualquier cosa. Vos  me hablabas de  laburo, como casi siempre. Yo  te hablaba de diversión, como todo el tiempo

Nos reíamos. Nos acordábamos de ser amigos.

Y de repente, me desperté. Pero me desperté en el sueño, y  en mi habitación  se desenroscaban  globos desde el techo, la mayoría con forma de serpiete.

Me levanté de esa cama  virtual que creí  verdadera, y salí al  living casi de verdad a buscarte.

Y de repente, me desperté.

Tomando el mate de la mañana empecé a revisar viejas agendas. Toda  mi  psiquis se negaba a recordar  tu numero de teléfono, que alguna vez fue también el mío.

No  encontré nada .

Tenía que ir a Buenos Aires, y en retiro  me pregunté adonde ir a matar el tiempo. Y  volvía  nuestro  barrio de belgrano.

Caminé las calles, recordando el paso que antes  me  llevaba por ahí. Te busqué  en las veredas

 Y  me paré en la puerta que fue nuestra.

Toqué timbre.

Y no estabas

Pero antes, y de puro atrevida, había intentado con el mail. Las  tres direcciones tuyas que tenía registradas no existían ya.

Rebotaron mis mensajes pero no mi cabeza, que seguía pensando en cómo encontrarte.

Inventé una direccion de gmail con  tu   sobrenombre y tu apellido.

Y cuando  me contestaste desde ahí, no me sorprendí demasiado.

Ya tenemos nuestros teléfonos.

Ahora hay que esperar lo que vendrá.

Chicos R.D

Los veo mucho en mis sueños.

Hoy  conocí la casa en donde van a vivir juntos en  un tiempo, cuando el más chico  esté del todo  bien. Los colores eran hermosos, tan distintos de una habitación a otra. Y los rincones estaban llenos de amor y furia.

El amor está a la vuelta de la esquina, o de uno mismo. Ahí, en ese ámbito de luz, somos el centro y la periferia. Giramos alrededor de nuestro deseo, y él nos transforma.

Dejar crecer el pelo significará, entonces, dejarnos ser en ese cambio que empezó justo en el momento en que nos rapamos.

La necesidad de estar bien, y a veces sin saber que es eso, tan sólo estar de manera diferente a la que estamos, por la neofilia que padecemos, es  no detenerse.

 Y a veces hay que detenerse en el cruce del río, dejarse llevar por la corriente, y cuando por fin  estemos del otro lado (por el esfuerzo propio o el empuje del agua) la orilla será la sorpresa y lo nuevo.

El frío  no duele este invierno  como ha dolido otros. Estamos  anestesiados por el calor que viene del centro: de la tierra, de nosotros, del infierno y del amor.  Y el amor salva. El arte  también salva, hecho música, o  movimiento. El escenario salva. Entonces, sabiendo eso,  ni hay que  recordar que estamos salvados.

Lo  que más duele  es esa impotencia a la que  nos somete el tiempo de espera. Lo más difícil de ejercitar es la paciencia.

Pero el camino está ahí, marcado en el fondo de la arena de este desierto. Habrá  que ser un viento fuerte y barrer hasta abajo, hasta encontrar la huella. O apelar a nuestro instinto y empezar a caminar, inventando  el sendero.

El otro extremo del exceso es la quietud. El no-hacer es extremo también.

Y  en este momento de paz y movimiento  hay que permanecer todo lo que el cuerpo o el alma pidan.

Nos veremos alguna vez.

Ni se imaginan lo  bien que me han hecho y lo que los quiero.

Gracias.

Grandulona

Entonces                                                                                                      

Llegamos al beso         

Te beso

Me besas y me dejo emborrachar con tus olores, tu caricia-muerte

Pero me muero de miedo

Llevame

Guiame

Me olvidé como era.

 Quiero aprender con vos

Hoy te vi en los sueños

Correr.
Una puerta que se abre. Seguir a alguien por pasillos oscuros, húmedos.
No verle la cara.
Sentir la presencia de alguien tan cerca, qué sólo se le ve un ojo, o los dientes de la sonrisa.
Sábanas frías, que se pegan en el cuerpo.
Un estallido afuera, las manos cubriendo la cabeza.
Una cucharita se cae de la mesa en cámara lenta.
Sed. Mucha sed. Beber leche de una botella, tan apresurada que la leche chorrea al piso. Una gota de sangre salpica a la leche del piso.
Caer al agua, azul, profundo, casi inmóvil
Nadar hacia arriba, pero no encontrar la superficie. Y sin embargo, no sentir miedo, porque una ha desarrollado cierta clase de branquias.
Una mano se hunde en el agua, en las sábanas, en el pasillo, en la oscuridad y me aferra, me tira con fuerza hacia fuera.
Ojos llenos de sol de la siesta en verano. Ojos que se cierran y ven estrellitas. Calor, suavidad.
Pajaritos que cantan
Ya es de mañana.

Me caigo y me levanto!

¿ A esta altura de mi vida soñando con G?
Encima, soñé una de esas de amor, que te hacen llorar: nos queríamos, nos besábamos bien, yo de vestido rojo a lunares, de labios rojos y brillantes, él con ese traje negro que tiene que le queda tan bien a sus ojos azules....
Pero después, cuando se lo quería presentar a mi familia, se había transformado en un chino, algo viejo, con pulover rojo, traje gris clarito y mocasines sin medias. Encima, no hablaba castellano, y yo no le entendía un pomo.

Es la historia de mi vida...

Sueño x 2

Soñé con el conventillo viajando en nave espacial. Y abrazos de brazos oscuros a la madrugada.
Pero después de despertarme un ratito, apareció Fer desde el pasado. Más viejo, eso sí. Debe ser porque el 22 cumplió años. Debe ser porque ayer con los pibes hablábamos de los ex.
Debe ser por eso.

J. P.S

Otra vez la mula al trigal inconciente.
Cada vez que hay un cambio importante en mi vida, aparece en mis sueños la figurita repetida de Juampi, un viejo compañero de la escuela.
Siempre como el protagonista de una bizarra historia de amor, medio cursi, medio oscura, casi siempre prohibida.
Ya sé que tiene que ver con los cambios, más que nada con las mudanzas.
Lo que no entiendo es por qué mi capocha se comporta cual perro de Pavlov enajenado, y vuelve siempre a su imagen, si él nunca significó mucho en mi vida.

Volver al pasado, sin meter la pata

Y a pesar de mi pie esguinzado, podía correr y saltar por cualquier lado, casi como el pibe de la publi de las adidas nuevas.
Estábamos en el secundario, pero teníamos clases de guión, y cuando yo me ofrecía a participar en cualquier grupo que estuviera haciendo algo de cine fantástico, mis compañeros se peleaban por mi. Obvio que me iba al grupo de Eliana y la flaca, entre otros. Más por amor que por otra cosa.
De todas maneras, todo sucedía sabiendo yo el desenlace, porque yo no era la misma de 1993. Yo era la de 2005, que viajaba en el tiempo gracias a una trafic y al google ( ponía una fecha en el buscador, mandaba Enter, y listo)
Trataba de pensar las cosas antes de hacerlas, porque saber las consecuencias estaba bueno, pero era aburrido.
Lo que más me importaba era no esguinzarme ( ese año me torcí el mismo pie que ahora) y buscar a mi novio de entonces y mandarlo a la mierda, para experimentar otros novios.

Dentro de la luz de la noche oscura

Y estabas de pie, al lado de la heladera, sin camisa ni excusas.
Luz de vela en corte de luz.
Tormenta otoñal. Humo y frío.
Y estaba desnuda a la orilla de esa ausencia.
Ojos de sombra miran sin estar.
Me alcanzaste el vaso en el desierto de la cocina.
Me arrastré al piso como quien se cae por caerse nomás.
Hojas. De papel, de árbol, de hambre.
Amor a lengüetazos. Amor silencio. Risamor.
Tan oscuro el tunel del fondo de los ojos.
Pelo que no es. Pelo que es.
No deberías saberlo, pero.
No me quiero despertar.

Ultimamente, y como para resumir

Paz adrenalínica.
Karmas que se cortan
Felicidades lejanas que irrumpen la siesta.
Un loft en el sótano de mi abuelo, una vista al mar y a la pileta.
Un amor...¿inesperado?
Todo filtrado de naranja y turquesa.
Dinero en los cajones, cinturas en mi cintura.
Cosas que casi son lo que no son
Sonrisa, más allá de la muerte propia y ajena.

Sin un sentido

Hace ya tiempo que tengo que lamer tu piel de madrugada, y no te encuentro el olor que te reclamo.
Se que sos vos, de piel canela y barro en la frente, pero no te reconozco porque no te huelo.
Te tengo que construir desde el tacto, o el sonido, o la mirada. Y yo, tan acostumbrada a los perfumes, no me encuentro en vos tampoco.
Atados a las sillas, abrazados en el piso, de pie, junto a la orilla...
El aire está distinto.
Quizás tu perfume es tan inmenso, que ya lo abarca todo y nos envuelve.
Quizás el tilo de las calles sos vos, que estás presente.

Cómicos de la legua

Llegamos a Guonderlan a través de una ruta arbolada y sinuosa, a bordo de nuestra nave blanca.
En el valle nos esperaban con vinos rojos y brillantes, y canastas de frutas anaranjadas.
Desde lo alto de la colina, antes de llegar, se veían las casas de techos de tejas y colores, los árboles rodeando el barrio, los coloridos banderines de la feria y all´´a, más lejos, el mar.
Dejamos el auto en las afueras y salimos a caminar. Nos avisaron que tendríamos que actuar en el escenario principal, en la playa, de noche.
La felicidad nos desbordaba.
Alguien se aferró a mi mano y caminamos por el empedrado cantando.
El sol se fue poniendo cada vez más rojo, y cuando se fue, nos abrazamos y subimos a las tablas.
El público sonrió, espectante.
Y la noche se llenó de nuestra luz.

Sin palabras

El agua estaba fresca, pero no fría, tan azul de tan transparente...
Yo me hundía, pero no dolía, más bien era como un baño de lucidez.
Cuando me asomaba, el paisaje ya había cambiado.
Todo se veía más claro, aún de noche; y era la fiesta.
Dios jugaba conmigo en los pasillos de una galería, y me auguraba felicidad en la película que iba a filmar.
El barrio se volvía brillante, y a la vuelta de casa había un cine, en donde todos nos encontrábamos.
¿Qué más se podía pedir?

Posible Pedro

Vacío en tus ojos. Pero no por falta de contenido.
Vacío como magnitud infinita. Como espacio incontable en donde perderse o encontrarse
Y tu mente, tan suave.
Me da miedo que te de miedo que me de miedo y así todo el tiempo.
La represión como forma de la acción.
Y la acción como forma de la represión.
Vacío absoluto en mis días, pero vacío como falta de vos.
No sueltes. No suelto.
Llevemos esto hasta la orilla.

Il morto qui parla

Era LA FILMACIÓN de LA PELÍCULA.
Tenía que llegar, como sea. Pero yo estaba lejos, en el campo, cerca del espacio exterior.
Y el rodaje era en Getafe, o algún lugar parecido.
Más allá de las vacas inflables nuertas al costado del camino, y de la lluvia intermitente, yo tenía esperanzas de llegar. Una amiga holandesa me daba animos.
Le robo los cosméticos a mi tía, para pintarme y disimular la terrible hinchazón de la boca, que de tan deforme, me hace fea.
Pero corro, y llego.
Me acompaña mi abuelita, de sombrero y sobretodo. Nos metemos entre la gente, y leyendo los carteles me entero que el casting para hadas ya terminó, y lo lamento.
Pero ya adentro del circo, cerca de los galpones en donde se va a filmar, mi abuelita se acerca a un mostrador, y le grita algo en italiano a un viejito arrugado, con cara de mandamás, y que lleva un saco morado y bordó de solapas raídas.
El señor se acerca, y yo trato de explicarle que quiero trabajar en su película, pero él sólo entiende italiano. Señalo a mi abuela y le digo que es mi nonna, y él, fastidiado, dice algo así como "¿quiero yo acaso una versión pequeña de ésta señora?". Me sale decirle cosas en castellano, y un tío abuelo se abre paso entre la multitud y le explica al director que yo "parlo en Jocaigna" , entonces él pone su mejor cara de impaciencia, y se digna aescuchar mis palabras.

Suena el timbre de casa y me despierto.

De haber podido, le hubiera dicho:(con la alegría más grande, porque pensaba que estaba muerto) ,.Federico yo quiero trabajar en tus películas porque son mías también, y porque quiero que la imagen que tenés en la cabeza sea la imagen de todos.
No me va a quedar otra que filmar lo mío

Perseguida por mí

Los gatos de los tejados me observan. Ellos saben.
El helado que pedimos sólo puede ser de dulce de leche, aunque no sea uno de mis favoritos. Pero, es lo que hay.
La calle concurrida, el auto robado en el que huimos, pero no muy lejos...
Todo se conjuga en la casa de alguien que dice ser nuestra amiga, pero que es una desconocida más, tras las máscaras de siempre.
Pelos que han sido largos, ahora se ven cortos. Y feos.
Nada de lo que pasa parece satisfacerme. Y sin embargo, me siento resignada a resignarme.
Pero trepo por el tapial que limita las cosas. Y más allá de mí, el cielo es inmensamente azul.

Abro los brazos.

De vuelta la mula al trigo de principio de año

Otra vez, azuleando aguas, me dirijo al encuentro de tus ojos.
Un locutor ruso se interpone, pero tu parla rompe barreras de trenes clausurados, y terminamos en la cama de tus viejos, mirando la tele y comiendo bizcochitos.
Besos nuevos, de golpe, y una promesa de compromisos extraños, me sacudieron.
Y cuando vi tus dedos, deformes por el paso del tiempo, te quise igual. Te quise más.

Doblete

Me obligaban a casarme con un hombre conocido, pero inrrevelable, y mi traje de novia era negro y plateado, incluso las zapatillas de basquet que usaba.
El problema surge cuando mi flamante novio se roba un vaso azul, con agua, de un rincón de la iglesia, y se le cae. Y todos nos reímos. Pero el cura se enoja, y no nos quiere casar. Mis padres me alejan de él. Y yo, que no quería casarme, pero tampoco separarme, me siento mal.

Me despierto, de dolor de cuello, pero me duermo, y sueño de nuevo

Soy parte de un comando especial que tiene que desbaratar una gran banda de ladrones. Yo tengo poco entrenamiento, pero me mandan igual.
DE repente , tratando de esconderme en un pozo con un extraño relleno, como de chocolate, creo que el ladron que se acerca, me ve. Y mis únicas armas son un par de escuadras transparentes! Encima, toma a uno de mis compañeros de rehén, y por más que sé que mi puntería es buena, temo herir a mi amigo. (sigo sin saber cómo se puede disparar con unas escuadras del colegio!)
Pero todo sale bien, quién sabe por qué, y lo único que resta, es rescatar el botín, que son las joyas de una amiga de mi mamá.

En los dos sueños, fui al baño. Mientras estaba haciendo mis cosas, había gente que me interrumpía, o me miraba.

Rezo de la muerte

Descalza me acerco a tu ventana
para nombrarte sin palabras
Y te miro, entonces te nombro
Hace frío, pero no se ve
Y tu respirar se aquieta y me sonrío
Pero vos no sonreís.
Llorás acaso

No te preocupes, mi amor
Aún muerta te observo
Te protejo
Te acompaño
Dejame mirarte antes de desvanecerme
Para siempre

Sensaciones táctiles

Seres masculinos que no conozco, pero se parecen a compañeros de la escuela de teatro. Y la habitación de mi abuelo, en su casa de quilmes.
Mails con fotos que jamás me saqué, y sin embargo están ahí...
Una amenaza marina palpable (otra vez olas gigantes, quizás?)
La maldita y eterna sensación de llegar tarde a todas partes.
Una casa vieja, y como de campo, llena de cachivaches sin organizar, y sin embargo tan bella...
Sábanas húmedas y frías, como si la cama estuviera debajo de una gotera intermitente.
Cuentas de Edelap sin pagar, y una madre que se ofrece a organizar cosas, que yo no quiero que se organicen.
Y olor a café