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Guonderlan

Perseguida por mí

Los gatos de los tejados me observan. Ellos saben.
El helado que pedimos sólo puede ser de dulce de leche, aunque no sea uno de mis favoritos. Pero, es lo que hay.
La calle concurrida, el auto robado en el que huimos, pero no muy lejos...
Todo se conjuga en la casa de alguien que dice ser nuestra amiga, pero que es una desconocida más, tras las máscaras de siempre.
Pelos que han sido largos, ahora se ven cortos. Y feos.
Nada de lo que pasa parece satisfacerme. Y sin embargo, me siento resignada a resignarme.
Pero trepo por el tapial que limita las cosas. Y más allá de mí, el cielo es inmensamente azul.

Abro los brazos.

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