Blogia
Guonderlan

Vasos y venas

Lavo los vasos sucios de la noche anterior

Todo huele a cerveza vieja y  pizza fría.

En 15 miunutos llegan a casa. Tengo que apurarme.

Extiendo el repasador en  la mesada. Apoyo el primer vaso, boca abajo.

Empiezo a lavar el segundo vaso y  de repente todo  se ralentiza. Como las  balas a Neo en Matrix. Desde distintos ángulos veo lo que   va  a pasar y pasa. Es como  un deja vu conciente.

Las gotas caen  en el piso, en el mármol y en el repasador.

Y lo que pasa  lo anticipo, pero no puedo evitarlo.

Todo  es tan lento. Todo es tan   veloz.

El culo del vaso   de mi mano choca contra el vaso  que ya está apoyado.

El choque. La onda expansiva. 

El vidrio estalla como si fuera de azúcar.

Pero no es azúcar eso que se aferra a mi carne y la abre.

No es dulce eso que desgarra la piel  y  el músculo tán  facilmente como si yo estuviera hecha de  plastilina

Un pedazo acá, en el borde, debajo del meñique, que llega casi  hasta la muñeca. Forma una figura. Parece una estilizada letra G

Parece una apertura de telón.

Una  puerta de carpa descorrida.

Una boca sedienta.

La vulva de una monja.

Se abre sin permiso. Y queda abierta, sin alivio.

Otro pedazo  ahí. En el comienzo  del antebrazo. Debajo de la muñeca. justo encima de esa vena verdosa que se trasluce.

Ahí. También abre.

Ni siquiera se desgarra. Sólo abre.

Y de todos lados  se derrama.

Como una compuerta. Como un sifón   con poco  gas. Como un vómito líquido.

Estamos acostumbradas al simulacro de desangrarnos una vez por mes. Pero acá no hay coágulos, ni lentitud. Ni  dolor.

 Acá sólo  hay sangre que cae.

Y mancha el piso de la cocina. Y el repasador. Y los restos del vaso.

Y me  miro esa mano que no parece mía pero mana  mi sangre.

La miro como  si sólo mirando   el torrente se detuviese.

Y se desdibujan  los contornos, manchados de rojo.

De pronto entiendo la facilidad de ciertos  suicidios adolescentes.

En un  instante, todos los Werther del mundo están clavados en  mis venas en forma de vidrios rotos.

Atractivos.

 Fascinantes.

Imaginensé algo que no duele y que es hipnoticamente bello

Líquido

Fluído

Rojo brillante

Pero no duele

Y si no duele, no parece real.

Esa herida es  casi onírica.

La sangre limpia no  tiene olor.Apenas un sabor metálico y  salado.

Sin olor tampoco hay realidad.

El amor es real  por el olor y el dolor.

Este corte no parece serlo

Pero reacciono.

Un rollo de papel  higiénico  no alcanza para frenarla.

Igual, me niego y me resisto a la idea de los puntos.  No confío en cualquier  costurero.

Hago fuerza, desde adentro, para que todo  se cierre.

Llegan mis amigos. Llegan las curitas cambiadas cada media hora.

Llega el vino y la pizza que no hago yo, sino los otros, bajo mis  instrucciones.

Llega el  mareo del alcohol y el recuerdo de que es anticoagulante. Puta madre.  Un error de cálculo.

Llega la soledad.

Y me duermo pensando  en un futuro sin cicatrices.

La felicidad no deja cicatrices.

La herida de mi mano es real

3 comentarios

Ma Lau -

En el amor uno elige qué hacer, pero no què sentir.Nunca
Y no es un poema, matìas...es una prosa minimalisata. No puedo publicarla con menos espacio entre lineas...por eso se ve raro.
No sirvo para hacer hacer poesia

bustelo -

sabés que escribiste un buen poema?

Capitan -

"El amor es real por el olor y el dolor"

Que puedo hacer yo con mi mitad? Y eso que uno en el amor elije... pero en los ritos del dolor y el olor, a veces hay cosas que te tocan y cosas que no.


Las heridas siempre son reales, eso si. La sangre siempre los es, las cicatrices.



Un beso, cuidate. Nos vemos