No insistas
A Sant, que insistía en mi locura y en su lucidez, el iluso
No voy a ser esa que querés que sea y que no se parece tanto a mi.
Puedo seguir desnudándome como casi siempre, pero no vas a encontar, detrás de estas telas, más o menos piel de la prevista.
Los amigos me arrastrarán a las perdiciones correspondientes, los músicos me harán bailar, los cuadernos nuevos escribir y tu piel seguirá siendo una tortura en mi cabeza.
No voy a abandonar las ideas utópicas de la creación colectiva, ni de la casa grande, ni del amor al amanecer.
No voy a dejar de decirte piropos, incluso ese día en el que te odio con toda mi alma por ser tan indiferente a mi vida. Nunca vas a dejar de ser hermoso.
Iré descalza a buscarte cada vez que toques la puerta. Y habrá pan caliente y sonrisas para los amigos. Y sobre todo para vos.
No jodas. No intentes que cambie mi cursilería absoluta, mi ñoñez de pueblo, mi alma de señora de su casa. Soy feliz cosiendo a máquina y pintando paredes y cuadros.
Por más que hagas fuerza y desaparezcas.
Aunque me bombardees de glamour, tecnología y novedades.
Me seguirá gustando La máquina de hacer pájaros, y bailaré salsa berreta en el living.
Querré un vestido blanco el día de la primavera. Soñaré con casas chorizo o con mansiones.
No voy a abandonar mi gusto por los gatos, las plantas de diamelas, el fútbol en domingo...
Soy vieja. O casi vieja. Y dicen que no aprendemos mañas nuevas
Pero he aprendido a verte desde otro lado. Y a perdornarme el amor y el desamor constante.
Y supe hacer de tripas corazón. Y seguir andando. casi sin ganas, pero andando.
¿te acordás cuando todos los hombres usaban el pelo largo? Se resignaron a olvidarlo en los noventas. No se dieron cuenta de que los queríamos más así.
No cambio por cambiar. Por eso te pido que no insistas.
Y te aviso que sonaste. Porque mi memoria es prodigiosa.
Y yo no olvido
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