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Guonderlan

Respuestas igual de inútiles

Nunca los conté, pero  haciendo un promedio,  y teniendo en cuenta que  en una época me lo  tomaba muy en serio, debo andar por el número 385

El que nunca fue una realidad.

El que descubrí al bajar del subte

Sólo mi vocación

La última vez que conté, alrededor de 10

Calculo que un promedio de dos horas por día, a lo largo de 31 años. Eso  hace unas 22.630 hs

Supongo que  voy a  ocultarlo, pero cuando tenga ganas. Ahora no

Ambas. Pero  da fiaca

Gomas de borrar

Una máquina expendedora de golosinas

Casi 10, creo

Sólo con un par

1)una  familia 2)buenos amigos 3)un hogar 4) los sentidos sanos 5)ser  bella 6)una bicicleta 7)pasarla bien 8)un cuaderno 9) uñas y dientes 10)una cama

Permisividad

Veamos: 4

Una casa  con más de 3 habitaciones

Sí, claro

Lo de siempre: escribir el guión mental y que  el universo decida el rodaje. (pero la productora soy yo)

¡Me encanta! Así estoy...

El culo y la cabeza

La entrepierna

Los  dientes

Sacudirme la fiaca

1)ropa linda 2)un auto 3)un marido  4)un hijo 5)un departamento 6)computadora 7)teléfono 8) muchos amigos 9)ser linda 10)un  buen pasar

Capuchones de  bic 

 

 (Lo que sospechan es verdad: están desordenadas, y son absolutamente ciertas. Como las cosas de la vida)

Auto test completamente inútil, pensado en el 168 camino a Congreso

1.    ¿Cuántos enamoramientos tuviste?

2.    ¿Cuál duró más?

3.    ¿Cuál menos?

4.    ¿Cuántas horas   de tu vida le dedicaste al vuelo mental/ hacerte la película/ soñar despierta/ delirio?

5.    ¿Salió algo de todo eso?

6.    ¿Cuántas canas tenés en este momento?

7.    ¿Vas a hacer algo al respecto?

8.    ¿La crema antiarrugas es una opción o un mandato?

9.    ¿Que es lo  primero que comprarías si recibieras YA  un millón de dólares y lo tenés que  gastar sólo para vos?

10.     ¿Y lo último?

11.     ¿Y lo del medio?

12.     ¿Con cuántos tipos fantaseaste tener hijos?

13.     ¿Con cuántos de ellos lo  harías realmente?

14.     ¿Exactamente por qué serías mala madre?

15.     Nombrá 10 cosas que parezcan imprescindibles  pero que no lo sean.

16.     Y viceversa

17.     ¿Cuantas cuentas pendientes sexuales te quedan?

18.     ¿Planificás cobrarte alguna en los próximos 6 meses?

19.     Detallá tu estrategia

20.     ¿Disfrutas sacándote /sacando  granitos  o  te  da asco?

21.     ¿Que te gusta rascarte antes de dormir?

22.     ¿Que  revisación/arreglo/chequeo médico postergás más?

23.     ¿Cuál disfrutás morbosamente?

24.     ¿Con qué objeto te  limpiás las orejas?

25.     ¿Con qué objetivo?

 

Bue, por ahora hasta ahí.

Mañana, mis respuestas

Encontrado en un cuaderno de colores

Advertencia: si no le gustan las listas, no siga. Si puede con ella, trate de verla en imágenes sensoriales. si lo logra, comente

Olías a mar y a  limpio.

Pero a algo más lejano que el mar también.

Olías  a atardeceres de viento en la playa. A seres ya bañados   y en busca de algo. Quizás de un puesto de canje de revistas, de esa nippur o intervalo que  cortara la rutina.

Olías a acercarse al puerto  a la hora de la cena.

A alegría de verano frío, de semana santa caliente.

A ropa de pucho. A cine de tarde. A ola rompiendo. A pies en la arena. A garrapiñadas en la calle.

A ducha en baño alquilado. A sexo silencioso, por los chicos.

A sombrilla pesada pero jamás perseguida.

A  amanecer en las reuniones.

A peatonal, de la mano.

A capricho de hijo.

A malla nueva a fin de temporada.

Al viento en la cara. Al aire que se pega en la cara, al aire de sal.

A la gaviota inmóvil.

A miles de baldosas caminadas.

A la corbata abandonada.

A cadena como peso, condena. Pero también liberación, por el conocimiento.

Al amor como  lo virtual y lo real.

 Al abandono de  todos los  otros de mi vida.

A la vuelta a  Palermo, o Villa Crespo. O Caballito.

Al recuerdo de la feria.

 A los alfajores a la nonna

 A la fantasía diluida por el presente tan tangible.

Al perdón de todos los pecados. Al dormir más placentero de tu vida.

A la cucharita reparadora

Al llanto que empaña los anteojos manoseados

A  la última mentira de tu vida

Al abrazo verdadero que desarma

Al café con leche tan caro

A cada uno  de tus granos

 A cada pelo de tu pecho

 A cada signo de tu almohada

A cada botón de tu camisa que  en segundos voy a desprender

Al costurón rojo  en el cuello

A la cana que asoma ahí, en tu sien. A cada una de las cientos de ellas que la rodearán un día.

Al pasado  trágico y febril.

Al futuro, que da asco de belleza.

A  la mesa  llena de despojos.

Al alcohol en las venas de una amiga

A los rulos y dudas y de la otra

A los miedos que no quiero revisar

Al dinero que no tengo  y he perdido

Al jefe tan odiado que no es. Al jefe, que es tan uno  mismo que impresiona

A eso que no somos y queríamos

Al lugar que no fuimos pero está

A lo que existe más allá de la sonrisa

Al gesto involuntario de la foto

Al hombre que me espera y que no voy

A la Mansión inmóvil   y mutable

 A mis ropas  usadas de sudor

Al sueño que me llega desde lejos

A la cucharita que no pudo ser aún

Al lápiz carcomido. A Carlitos

A la mentira hermosa de crecer

A cada uno de los que abrazabas esa noche

A la resignación de la amistad

A todos aquellos que ni imaginábamos

 A ese que te pegó para salir

Al cuero de la cartera que no tengo

 Al vestido de  colores que perdí

 A la versión hermosa de uno mismo

A cada peca de su cara

A cada mano que se dejó caer

 A los zapatos que sobraban

A cada retazo  de lo que ya no es

A cada capitán, a cada lobo

A  cada bandoneón  que se calló

 A cada gorda hermosa que he besado

 A  cada temblor del pie en el escalón

 

 

A todo esto  y quizás más cosas olías  en el breve abrazo que te di.

Dando cuerda

No tenía  hilos, así que la hice de palabras.

Te digo todo lo que  necesitás, si querés.

Pero aparte, te digo que  nunca estamos parados, mirando. Estamos más haciendo que otra cosa.

Que ese viaje en colectivo desde Quilmes a Caballito que duró casi dos horas no fue en vano ni fue un capricho por no tomar el tren y el  subte, tan monótonos ellos.

Que la tarde entera tirado en el sillón o  en el piso, haciendo zapping y rascándote el ombligo  sirvió para algo. La mirada cambia, se  nutre de paisajes tan extraños como cada recodo de nosotros. Por eso la comparación  eterna  con La Mansión enorme e infinita que nunca terminamos de conocer. La mente es el hogar. El cuerpo es el hogar. El alma, o eso con burbujitas que tenemos por adentro es el hogar que habitamos para siempre.

El dolor de espalda pasará. El humo  remontará vuelo, como tantas cosas (siempre queda el refugio del aire más puro, allá en la llanura del pueblo, no?)

Y no creo  que necesites realmente que te recuerde para que estás acá y qué defendés. A  veces estamos muy seguros de saberlo y  a veces  no sólo olvidamos, sino que cambiamos la batalla, aunque parezca la misma.Y no está mal.

Porque esto también pasará. El invierno, esa niebla que se pega en  los ojos y el abrigo, la felicidad que no viene del todo a abrazarnos por la calle...todo pasará.

No vendrá un mundo mejor a recibirnos  para siempre al doblar ese pasillo. Quizás ese mundo mejor dure lo que dura ese pasillo, cada paso, cada metro que recorremos.  Y que al abrir la puerta otra vez esté la desidia esperándonos con el mate frío y lavado.

No te voy a andar diciendo, entonces, que la mansión es infinita. Por que lo sabés o lo intuís.

Y si llega ese momento, en el descanso de la escalera que lleva al piso de arriba, en que ya estás cansado, en que no te dan más los pies, o las manos  o la cabeza, cuando mires abajo  vas a ver miles de escalones. Eso es lo único que debería impulsarte a creer. O a querer creer, que es casi lo mismo, pero más primitivo y visceral.

La sordidez  quizás no esté en el pasillo del subte, sino adentro del ojo. Pero  viste lo hijo de puta que es el paisaje. Nos transforma y nosotros  lo transformamos. Puro espejo son las paredes de la mansión.

Y el sótano amenazador de oscuridad y humedades parece tenebroso. Y creemos que llegar a habitar ese lugar  será la muerte. Hasta que descubrimos que allí está la bodega. Allí están  los secretos. Nuestro lugar  oscuro y sólo de nosotros.

A veces, y dejame que insista con lo mismo, nada es lo que parece.

Y   te lo digo, más que nada, para convencerme.

Porque a mi también me gustaría que alguien me tire una soga de palabras

 

De a uno

Siguen llegando regalos a mi mesa.

Un vino  con amigos excéntricos . Un poco  de baile en exceso.

Una pasada de rosca en la oficina, con planillas y números y esas cosas que tanto odiábamos y  que hoy no tanto ( pero  si un poquito)

Un ojo negro que me mira y mira

Un portacosas, regalo de  mi jefa

Un baño caliente  al llegar al ¿hogar?

Una amiga que pregunta, apenas al llegar, ¿cogiste? y antes de  que una acepte o niegue, diga: yo sí, un montón. Que lindo, no?

Un plato de comida  vegetariana, naturista y krishna

Un  té de canela para el dolor de panza

Una  noticia chota. Una noticia buena.

Una invitación a juntarnos a comer, uno de estos días.

Una voz nueva que dice Te quiero mucho

Un ojo negro que miro. De gusto, porque se que es gastar pólvora en chimangos, pero así soy, derrochona en  miradas

Un mate esperando

Un silencio que se impone

Una risa, de lejos

Lindo día, no?

Cuestion de fe

"La persona a la que quieres y la  persona que te quiere nunca son la misma persona "

Chuck Palahniuk , Montruos Invisibles

 

El amor  nunca es causal.

Ayer Maru me decía que uno recibe en la medida en la que da. Y no es así.

Menos aún en la medida en la que desea.

Esa mierda de las películas de disney nos enseñó a creer que si eres bueno y lo deseas profundamente, todos tus sueños se hacen realidad.

Basura

 Pila, toneladas de  bosta ideológica.

El amor correspondido es fruto de la casualidad absoluta.

El encuentro  quizás sea sincrónico, pero  toda justificación sobra.

Nada sucede  a partir del mero deseo.

Y a veces, la acción  que sigue al deseo tampoco funciona.

¿que resta entonces?¿esperar cruzada de brazos a que el universo  se ponga las pilas?

¿odiar a los hombres, los teléfonos, los mails, los blogs ajenos, las  mujeres que no somos?

No creo que nada de eso lleve a alguna solución

Lo  único que nos queda es  creer.

El viejo y  estúpido argumento de la fe.

O querer  creer, para aquellos tan descreídos como una.

Entonces: quiero creer que  el amor llegará corriendo.

Y no sos vos, aunque quisiera.

Es otro mucho mejor,

Quizás más interesante, más inteligente.

No sé si con más pelo, pero sí con  más mañas.

Que ame estar en mi mundo.

Con más ganas de la felicidad compartida que vos.

Con  ganas de verdad de empezar a construir de a dos, y no  de pelearse con el mundo solito y su alma.

Quiero creer.

Quiero empezar a creer

 

 

Bien llegada

Las despedidas se disfrazan de  muchas cosas a la hora de actuarse.

A veces es un enojo, una pelea casi sin sentido, para no mirarse a la cara  y decirse  que nos hemos de extrañar.

Otras es un beso muy  húmedo y repetido, pero igual de deseable, en la oscuridad de las cosas, ahí donde nadie más sabe ( ni debería saber)

Puede ser una mirada fija, brillante, un labio mordido, una cara de "no lo puedo creer todavía"...

Una comida casera. Una canción  para vos en la radio.

Un apretón más efusivo en el hombro   en el momento del abrazo.

Una despedida pueden ser muchas cosas. Y siempre  son cosas para los dos que estamos ahí, en el ojo de esa tormenta personal.

Pero una  bienvenida es  algo que  crepita adentro.

Es  que los ojos  se descubran nuevos mirando ese paisaje.

 Es el viento de cambio en la cara, hasta el estallido.

Estan  íntimo, tan personal, tan profundo...

Y lo mejor de las bien venidas, es cuando alguien más allá de tu piel, te  dice, de alguna manera, que es otra alegría que hayas  llegado allí.

 

 

 

Vamos  allá

Tené cuidado con lo que deseas...

Las  historias  han sido escritas tantas veces, el pizarrón se ha borrado tanto, que ya perdió su color oscuro original.

Ahora es gris tiza.

Y la  única forma de marcar algo en el es mojándose el dedo y anotar así, con saliva, con huellas digitales.

Saco la lengua y mojo mi  dedo índice derecho… 

 

 

La mansión ya estaba  condenada.

Sin luz eléctrica ni habitantes.

Nos encontramos ahí porque, a pesar del abandono, seguía siendo el punto de encuentro o refugio para situaciones  como estas y personas como  nosotros.

Ya me habías advertido sobre asuntos pendientes.  Y yo, en el colmo de la discreción,  apenas  había pronunciado  mi escote.

Ese domingo  la remera  que debio pertenecer a mi hermano era un muro  gaudiano entre  las pieles de cada uno.

Como un obsequio antropomórfico de una navidad anticipada, estabas casi sentado en  lo que alguna vez se usó de sillón.

Todo  fue una charla, un repaso de imágenes.

Te fuiste  yendo, diciendo lo de siempre, en  el mismo tono.

Y al  borde de la escalera  tuve que agarrarte de la nuca. Era demasiado tiempo de espera, y  la casa así no  me iba a dejar esperar más.

Pero te ibas. Y amagamos escondernos en lo oscuro, aunque afuera  todavía quedaba un resto de sol.

Te ibas, te tenías que ir.

El pasillo ese de la derecha  fue el borde del  negativo de mi forma.

Te fuiste.

Y cuando  quince minutos más tarde oí  la escalera  anunciandote, sonreí en la cama.

La luz que quedaba era la de las velas en el baño.

Cuando el sudor ya era certeza, supe que las ansias venían desde un lugar extraño  en mi tiempo  y en el tuyo.

Imágenes del club de caza y pesca en la semana de la primavera, el pelo largo, un recital, la lectura de un cuento, mis jeans  gastados, tu  voz  tangible...

Hacía  apenas  un par de días que Kurt Cobain  no existía, y uno de los tuyos tenía una remera de Nirvana.

De vuelta al tiempo de lo real, te  dije que yo también, que desde  el siglo pasado estaba enroscada en esa esfera de hambre.

No se si eso es del todo real. Pero  no es irreal para nada.

Después de todo nos reímos, mucho. Hiciste bromas sobre el café inexistente.

Me peiné frente al espejo en la oscuridad.

A la altura de atarse los cordones de la zapatilla derecha, te acercaste y me besaste. Me tomaste  el mentón con  las  manos, giraste mi cara, te agachaste y me besaste.

Al borde de la escalera,  nos abrazamos para siempre.

 

Hoy te crucé por la calle. Y ya no eras el mismo.

Yo tampoco.

Relatividad

Al lado de un   gordo, me siento flaca. Al lado de un flaco, me siento gorda. Al lado de un alto, me siento  petisa. Al lado de  uno EXACTAMENTE IGUAL A MI DE ALTURA, me siento  gigante

Esto de tener complejo de altura, me tiene el cuello a la miseria

Ley fehacientemente comprobada

El ángulo es  menor cuanto mayor es el consumo de cannabis

Inspiración

Tomar el té, un domingo con frío, en la Confitería Las Violetas...

Caminar por una exposición de diseño, en Palermo....

Hablar, hablar, hablar

Esos ojos ahí, atras de los vidrios, pero bien cerca...

el gorrito de  colores, el tatuaje en la muñeca, las zapatillas, los fetiches de siempre

El beso de la despedida

La promesa de la próxima cita...

Ya me   puse a pintar

Volvió la carne

Volvió la carne

Se levantó el paro

Churrasquito con Coca para todos.

Por ahora, invito yo

Encuentro

En  las góndolas y los huesos vacíos de leche

En el olor a humo que viene desde allá

En el vaciado sistemático de la Mansión

Inevitable

En los ojos verdes o marrones de Pablos

En la competencia porque sí los sábados a la noche

En la cerveza negra

En la campera roja

En el shampoo de menta

En la eterna casa ajena en la que habito

En el teclado de la computadora, tan gastado

En la panza de Günter

En los huesitos de Amapola

En las patas viejas de Darwin

En las risas esas, de ellos

Mansioneros

En el miedo absoluto a lo que me espera, y sin embargo...

En el agua sucia

En las últimas albahacas

En  eso encuentro el otoño

 

 

Hermana mía

Te busco, Muerte

detrás de cada hoja que se cae  te encuentro

debajo del aliento del adiós

en la cama del domingo

te encuentro en el blanco que  corta lo negro

en cada persona que no quiero

en toda sangre que no soy

Y buscándote veo que estás en todas partes

por eso  ya no te busco

me encuentro, Muerte

 

Cálculo de probabilidades

 

 “Cuando  no entiendes algo puedes  hacer que signifique cualquier cosa”

Chuck Palahniuk, Diario, una novela

 

Imaginate estar rodeado por mujeres intocables.

Kurt Vonnegut dice en su nouvelle “Cuna de Gato” que  cuando la vida  de ciertas personas se enredan en la tuya sin  causa aparente, pero  tejiendo una red  para que las cosas se desarrollen de la manera en que lo hacen, esas personas  forman parte de tu  karass.

“Nosotros, los bokononistas, creemos que la humanidad se organiza en equipos,Equipos que hacen la Voluntad Divina, sin descubrir jamás qué es lo que hacen. Bokonon llama karass a tales equipos…«Si ves que tu vida se complica con la vida de otra persona por motivos no muy lógicos -escribe Bokonon-, puede que esa persona sea un miembro de tu karass.» 

No se si  vos sos parte del mío o yo del tuyo

Cuando los hombres dicen que las mujeres somos todas  iguales, hay algo en  lo que no mienten.

Somos cíclicas. Animales regidos por la luna, las mareas, las hormonas. Los olores.

Cuando un grupo de mujeres  viven juntas, o  se ven constantemente, es muy probable que sus ciclos menstruales coincidan. Al principio cada una tiene el suyo, pero lentamente uno se atrasa, otro se adelanta y terminan menstruando  casi el mismo día.

Tragedia  en las familias de muchas mujeres: las toallitas y los tampones  desaparecen  todos al mismo tiempo.

Esto es por culpa de las feromonas. Hormonas  que huelen. Y que no nos damos cuenta que están ahí, en el aire que  nos rodea. Pero lanzamos al  aire   todo el tiempo. Nos olemos entre nosotras y nos sincronizamos.

Esta es la explicación lógica al enredo  con la vida de otras mujeres.

Intocables. A veces locas.

Totalmente deseables.

Dependiendo  ya de cada una, el  síndrome premenstrual  puede variar desde una obsesión por la limpieza, una extrema sensibilidad, un malhumor de  perros, una dulce tendencia al homicidio o al suicidio, o un apetito sexual  insaciable.

Es comprensible que en las familias con más de una hija mujer,  la supervivencia  emocional masculina sea algo de todos los meses.

Y si sos el hijo  del  medio, estás  bombardeado  hormonalmente en estéreo.

Otra  cosa que sucede en cada ciclo menstrual,  es que las feromonas también  están muy activas durante la ovulación. Por eso  es  común que, respondiendo al pedido de sexo que exudamos  inconcientemente en esos días,  los hombres que nos rodean sientan  también más deseos sexuales. Otoño y primavera son trágicos si una  no quiere tener hijos. La  mayor actividad de los espermatozoides es en estas épocas del año.

Imaginate estar rodeado por mujeres  intocables.

La prohibición del incesto pesa en  todas las culturas. Regidos o no por la Biblia, la mayoría de las personas  no  niega el terror o el asco  que le  supondría  tener sexo  con alguien de su  familia  primaria.

Pero somos seres sexuales.

Entonces nos metemos en extraños caminos para satisfacer el deseo. Lo disfrazamos de amor, de dolor, de despecho, o de deseo de muerte

La trama se complica cuando descubrís a los 28 años que  la mujer con la que tanto te  gustó  acostarte la semana pasada es la ex novia de  tu actual cuñado, el novio de la menor. Y  ni hablar cuando ella, sin saber o  sabiendo (nunca  podrás descubrir el nivel de suspicacia de algunas mujeres) te cuenta como al pasar que  el marido de tu hermana  mayor  fue  el  primer hombre que la besó en la boca. Y que además, se histeriquearon toda la adolescencia.

Estás  besando su  boca carnosa. Estás en el   lugar exacto en  que han  estado  tus cuñados. Las parejas de tus hermanas.

Estás mezclándote en  su mente con esos recuerdos. Ella  te asocia a ellos o no. Nunca  vas a darte cuenta. Ella es actriz. Y encima se deja  guiar por sus hormonas.

Te mira los ojos  y sabe que compartís  los genes que  los forman con  la mayor y la menor de tus hermanas.

¿Es ella  la que quiere recuperar los  antiguos contactos con esas  pieles que en algún momento le pertenecieron?

¿O sos vos el que muy  indirectamente está cometiendo incesto?

En ese caso, imaginate estar rodeado por mujeres  intocables.
No te está permitido tocarlas directamente, por eso enredás  la trama de manera  casi siniestra. Encontrás el camino  hacia el deseo prohibido. Lo seguís por senderos casi legales.

Y  mientras  vos, en tu  ingenuidad o  tu perverso conocimiento de las cosas  (no creas que a ella no se le pasó por la mente que tus cuñados te la hayan “recomendado”, pero es un pensamiento fruto del amor propio, de su alma de diva) vas dejando  olores  que ella confunde con  los de tu familia política, el mundo sigue girando ahí afuera.

Los ciclos de la luna.

El karass.

El pueblo, tan chico. El infierno tan grande.

Y el cielo también.

Exactamente en el momento en que las mujeres intocables se  convierten en tangibles.

  

Vasos y venas

Lavo los vasos sucios de la noche anterior

Todo huele a cerveza vieja y  pizza fría.

En 15 miunutos llegan a casa. Tengo que apurarme.

Extiendo el repasador en  la mesada. Apoyo el primer vaso, boca abajo.

Empiezo a lavar el segundo vaso y  de repente todo  se ralentiza. Como las  balas a Neo en Matrix. Desde distintos ángulos veo lo que   va  a pasar y pasa. Es como  un deja vu conciente.

Las gotas caen  en el piso, en el mármol y en el repasador.

Y lo que pasa  lo anticipo, pero no puedo evitarlo.

Todo  es tan lento. Todo es tan   veloz.

El culo del vaso   de mi mano choca contra el vaso  que ya está apoyado.

El choque. La onda expansiva. 

El vidrio estalla como si fuera de azúcar.

Pero no es azúcar eso que se aferra a mi carne y la abre.

No es dulce eso que desgarra la piel  y  el músculo tán  facilmente como si yo estuviera hecha de  plastilina

Un pedazo acá, en el borde, debajo del meñique, que llega casi  hasta la muñeca. Forma una figura. Parece una estilizada letra G

Parece una apertura de telón.

Una  puerta de carpa descorrida.

Una boca sedienta.

La vulva de una monja.

Se abre sin permiso. Y queda abierta, sin alivio.

Otro pedazo  ahí. En el comienzo  del antebrazo. Debajo de la muñeca. justo encima de esa vena verdosa que se trasluce.

Ahí. También abre.

Ni siquiera se desgarra. Sólo abre.

Y de todos lados  se derrama.

Como una compuerta. Como un sifón   con poco  gas. Como un vómito líquido.

Estamos acostumbradas al simulacro de desangrarnos una vez por mes. Pero acá no hay coágulos, ni lentitud. Ni  dolor.

 Acá sólo  hay sangre que cae.

Y mancha el piso de la cocina. Y el repasador. Y los restos del vaso.

Y me  miro esa mano que no parece mía pero mana  mi sangre.

La miro como  si sólo mirando   el torrente se detuviese.

Y se desdibujan  los contornos, manchados de rojo.

De pronto entiendo la facilidad de ciertos  suicidios adolescentes.

En un  instante, todos los Werther del mundo están clavados en  mis venas en forma de vidrios rotos.

Atractivos.

 Fascinantes.

Imaginensé algo que no duele y que es hipnoticamente bello

Líquido

Fluído

Rojo brillante

Pero no duele

Y si no duele, no parece real.

Esa herida es  casi onírica.

La sangre limpia no  tiene olor.Apenas un sabor metálico y  salado.

Sin olor tampoco hay realidad.

El amor es real  por el olor y el dolor.

Este corte no parece serlo

Pero reacciono.

Un rollo de papel  higiénico  no alcanza para frenarla.

Igual, me niego y me resisto a la idea de los puntos.  No confío en cualquier  costurero.

Hago fuerza, desde adentro, para que todo  se cierre.

Llegan mis amigos. Llegan las curitas cambiadas cada media hora.

Llega el vino y la pizza que no hago yo, sino los otros, bajo mis  instrucciones.

Llega el  mareo del alcohol y el recuerdo de que es anticoagulante. Puta madre.  Un error de cálculo.

Llega la soledad.

Y me duermo pensando  en un futuro sin cicatrices.

La felicidad no deja cicatrices.

La herida de mi mano es real

¿Bruja yo?

En abril del 2006  escribí esto

Claro que me han quedado alguna que otra boca sin  probar y, por lo menos, 3 vinos sin beber.

Lo  demás, sigue sucediendo

En honor a Chuck

Drogas en los circuitos.

Circulan y modifican

Como hilos de marionetas no dejan que el cuerpo caiga

Falsa sustentación de la tristeza

Despojos de  carne, telas y huesos. Eso es el cuerpo

Eso y la tristeza.

Que no sube a la superficie. Se queda anclada en el fondo para no  matar

Si estuviera en la piel destruiría todo. Lo propio  y lo ajeno

La  tentación  es el cuchillo  que investiga bajo las telas y  la carne el lugar exacto en el que están los huesos

No vivir en planta baja  hace que asomarse al vacío de  la ventana sea  simple

Pero ahí están las drogas. Para no tentarse con lo simple. 

Igaul tampoco sirven.

La solución fácil nunca sirve

La única respuesta es el dolor

Cada  gota de dolor lacera el cuerpo para gritar la vida.

El dolor de adentro

No el dolor simple del cuchillo en la piel, la trompada en la pared  o el  portazo en el dedo.

El que nace del fondo  mismo de cada célula cuando uno se da cuenta que está solo.

El dolor es el  mejor cicatrizante.

Como la lluvia lava y cura.

Sentirlo todo

No anestesiarse con falsas esperanzas, inutiles optimismos  y cotidiana ingenuidad.

Que duela

Que lastime

Que ya no alcancen las lágrimas vivas o muertas en los ojos

Que  el sudor se añeje en  los pliegues

Que el temblor  ya no tiemble.

Gritar sin ruido para oirse adentro

Y después dormir casi sin soñar.

 Y al otro día, casi no duele

 Casi

 

Por la puerta grande

Es una  puerta  grande, ancha.

Del otro lado estás vos

Es  alta, de madera maciza, reforzada.

Se nota pesada.

Lo termino de descubrir cuando quiero abrirla y  me cuesta  mucho

Golpeo.

Debilmente, a lo lejos, se escucha  tu voz, respondiendo

Te pido que te acerques, que me ayudes.

Yo empujo, vos tirás.

De a poco, muy lentamente, se abre.

Se abre la luz que llega del fondo.

 La rendija de apertura es mayor.

Vos hacés fuerza. Yo  mucho más.

Y  cuando asomo  la cabeza, sonriendo, esperando verte

La cerrás de golpe y  me  aplastás la cabeza contra el marco

Sangre

Golpea las paredes con los puños. Parece que quiere salir, pero  sólo golpea. Con rabia. Con la fuerza de aquellos  a los que las cosas  le salieron mal, y no por culpa propia. Con asco. Golpea con asco

Pero no cae, vencida, después de golpear.No cae al suelo  a llorar la rabia. No.

Golpea de nuevo.

Y corre por la habitación y los pasillos, gritando. Y golpeando  los pasillos también.

Se lastima las manos de golpear. Va descalza, y por eso  también los pies están magullados y sucios.

Toda la fuerza está en el rostro, que por ir corriendo  está más adelante que el resto del cuerpo.

La furia  en los ojos.

No es impotencia. Es  furor contenido que va explotando.

No es sólo rabia. Es energía disparada.

Definitivamente no es odio, sino amor lo que  la impulsa.

El amor puede ser furioso.

Desgajada y al mismo tiempo fuerte, así corre.

Con el grito en los pulmones y  las venas, pero todavía no en la boca.

Busca y corre. Busca  el punto exacto en que va  a  expresar toda la fuerza.

Y finalmente allí, entre las piernas, se derrama